Exposición individual: BODEGONES DE TRAYECTOS
Realizada entre las fechas: 11 de noviembre al 3 de diciembre 2022.
Lugar: Casa Cultural Yanulaque, ubicada en Pasaje Sangra #341, Arica, Chile.
Obra expuesta: 36 bodegones de zapatos, pintados al óleo sobre papel Figueras formato A3.
TEXTO CURATORIAL:
El camino del pintor
“El cuadro habló. En la cercanía de la obra pasamos de súbito a estar dónde habitualmente no estamos.” Heidegger, Arte y Poesía.
A primera vista, podemos decir que la mayoría de las composiciones de esta serie consisten en representar zapatillas, botines, hawaianas y chalas de cuero entre otros tipos de calzado, en un fondo casi de un solo tono, con una composición central, en primer plano; que están hechas de trazos anchos y esquemáticos de óleo al pincel o a la espátula, sin grandes transiciones de color. Lo que importa es la figura del zapato, su color, sus brillos, su textura y cierto resaltar de la curvatura tan particular de los zapatos cuando han sido usados.
Cuando Heidegger se preguntaba acerca de lo que diferenciaba a una obra de arte de los demás objetos, reflexionó en esto: la obra abre un mundo. Por cierto, él es quien hizo un análisis filosófico acerca de una obra de Van Gogh del mismo motivo, en Arte y Poesía. En este sentido, podremos ver es esta serie de pinturas una experiencia de los objetos. Es una experiencia estética y además filosófica. Implica para el observador detenerse. La belleza de esta obra es precisamente eso. Primero, obliga a preguntarse por qué un objeto común de uso cotidiano, puede llegar a ser un tema pictórico. Sabemos lo que sabemos acerca de los zapatos; que la forma del objeto está hecha para una utilidad. Que la elección de un material y no otro, con el que se ha hecho, también. Hay además un oficio, el del zapatero, que es quien más conoce todas las peripecias que hubo que comprender para crear el calzado, para caminar en las diferentes épocas, en las diferencias inclemencias climáticas. Quien ha estudiado con dedicación el pie humano, sabe más que nadie de aquello.
Pero, además, el zapato cuenta una historia. La historia le da sentido a la experiencia que el ser humano tiene del mundo que le rodea. ¿Cuándo fue la primera vez que nos calzamos, cuándo será la última vez que nos calzaremos? ¿hacia dónde iremos? El zapato, por lo demás, es un objeto cultural. Hay zapatos que distinguen. En algún tiempo, las mujeres chinas reducían sus pies con vendas y utilizaban zapatos diminutos; hay quienes cojean, hay quienes no los tienen, pero entonces su presencia se vuelve necesaria para la dignidad de la persona. Cada zapato lleva en su superficie marcas repletas de humanidad: el peso del cuerpo, el ademán del avanzar, alguna rotura, alguna suciedad, la humedad o el calor del tiempo que hemos vivido. A veces nos conmueven las historias de niños descalzos; otras, es un voto de fe permanecerlo. El zapato entonces, visto así, es uno de los objetos más significativos que rodean nuestra cotidianidad.
Sin duda, hay en la serie una nostalgia de la bello. Un rememorar la belleza nostálgica del bodegón de la pintura académica o de los inicios de la modernidad. Sin embargo, podría decir que Víctor nunca ha sido un “clásico”, aunque exprese de alguna forma esta nostalgia. Mas bien sus obras van desde este extremo hacia la instalación y la performance; y lo gráfico y pictórico es predominantemente obra de investigación visual, de registro, de cantidad, de repetición, de superficie lineal infinita y del color algo azaroso de la acuarela.
Todo esto, es el camino del pintor, quien ha hecho en esta serie patente el afán colectivo e instintivo del ser creativo, de ser artista y modelo a la vez. El autor documenta, pero en esta ocasión lo hizo en compañía. El gesto que da origen a esta serie es un interés por la mirada de los otros. Parte del proceso es poner en escena el gesto de los otros de fotografiar, de elegir el encuadre y la disposición del modelo, una acción tan popular, extendida y cotidiana hoy en día por las redes sociales, donde todos queremos mostrar algo de cada cual; pero en este caso, para extraer y extraernos del transcurso del tiempo, obligándonos a parar y a mirar hacia nosotros mismos, hacia nuestra historia, de ahí que cada registro de acción pictórica, este dedicada al dueño de cada par de zapatos; el gesto culminante es darle él mismo a cada imagen la medida de luz y color y la textura de su mirada. En definitiva, el autor nos devuelve en esta metamorfosis, casi como un regalo, un reencuentro con la contemplación.
Natalie Bevensee
Licenciada en Arte PUCV
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